Trazando ondas en la nada y deslizada como un dedo por un lienzo va la golondrina atolondrada de tanto aire y tanta magia. Con cada vuelta, dos más de atajo y tres más por gracia y mientras tanto yo, nada, con cierto anhelo contemplo midiendo por mirada, cada ascenso, cada cascada de alas. Enséñame a volar sin decir nada. Sigue entrenándome con gestos, sigue explicando sin palabras, que yo estaré aquí aprendiendo en la distancia como volar en sueños que me conduzcan a mi casa.