Trémula, la capa exógena del cielo se desmorona y deja entrever un trasluz de cosas distantes. El instante es eterno en su ocurrencia, irrepetible, se inmortaliza y vuelve, nunca nuevo. Las cosas que se arrastran ahora ya flotan, las que flotaban se desvanecen. Viene a ser todo lo mismo. Un prefijo acaso y la misma cosa cambiando de estado sólido a salino y solución. Todo se inclina al borde de este abismo, se entrevera con el cielo desde arriba y desaparece. No quedan ya muchas palabras, se han caído todas y la siguiente, si no la otra, una tras otra, todas, se precipitan desesperadas desde la boca desintegrándose en un indesandable trayecto hacia un final. En descomposición.