Todos los suelos el suelo

Los incendios se extinguen, pero el fuego aguarda. Eso pensaba Cortázar; como una suerte de memoria feérica, con una existencia transorgánica. Un fantasma incombustible, con demoníaca puntualidad y cara. Presente y ausente en todo lugar a un mismo tiempo, todos los tiempos. Algo así es el suelo: que te sustenta y me da sustento. Que se excava y permanece, o se viste de seda y cemento y sigue siendo suelo. El que se añora; extensión de este suelo. Como al borde de un muelle, saludando a tierra, mientras se remueve más tierra paletada tras paletada a golpe de remo. Madre constante e imparcial, pero desigual a tantos efectos. Diosa y titán, calabozo y puerto, cimiento y barrera, autoridad y silencio.