Borrasca

Hoy se me ha ocurrido, de repente, plantar césped en nuestro cuarto.

Para cuando te conviertas en lluvia tengas algo con qué entretenerte.

Lo que más me apena es no poder preguntártelo, saber si hago bien, tener tu opinión: o me mirarías como a un loco, otra vez.

¿Cómo se puede olvidar si yo lo tengo grabado a fuego?

Primero se te ensanchan los ojos, te crecen como dos platos soperos que amenazan con derramarse, y se van hundiendo poco a poco, hasta que se desbordan hacia adentro.

Luego tu cara, ya sin ojos, se despliega en una cascada (o un pozo, no sé) que empieza a gotearte las entrañas y te va despintando poco a poco; como un óleo al que le están naciendo humedades.

Siempre te descorazona encontrarme fregando el suelo al volver en ti, con algo menos de ti, supongo... no sé cómo va eso. Por eso me pregunto:
¿te tragará el suelo, y serás césped, o tierra mojada? Nada te gustaría más que eso. Lo sé.



Tengo miedo; quizás deje todo como está. Además, tú preferirías nenúfar.